Yoan Molinero Gerbeau (IEGD/CSIC)
Decía Abdelmalek Sayad, investigador excepcional y gran amigo de Pierre Bourdieu, cuyos estudios cimentaron las bases para establecer una Sociología de las Migraciones (Sayad, 2010a), que, por las múltiples dimensiones que atraviesan el fenómeno migratorio, se trata de un hecho social total (Sayad, 2010b). Esto último quiere decir que dicho autor concebía las migraciones como una dinámica que trasciende la mera movilidad espacial de quiénes la realizan, tratándose, por lo tanto, de un fenómeno social concreto, articulado por una serie de condiciones históricas y políticas que lo determinan.
La migración internacional es una dinámica histórica, pues tiene que ver directamente con la extensión planetaria de la forma Estado, pero también está intrínsecamente vinculada al periodo colonial, dado que, los principales flujos migratorios se producen de los países de la periferia global (ex–colonias) hacia los países del centro (ex–metrópolis, a excepción de los Estados Unidos) (Sayad, 2010b). Se trata, a su vez, de una dinámica política, pues al migrar se atraviesan fronteras, chocando directamente con una de las prerrogativas esenciales del Estado-nación (en un sentido Weberiano): el control del territorio y de la población (Raimondi, 2016). Migrar es también una dinámica social, pues el migrante, al dejar el lugar de partida e incorporarse al de destino, genera transformaciones en los espacios sociales involucrados, tanto por su ausencia en el primero, como por su presencia en el segundo. Puede, por último, decirse que es también una dinámica económica, pues la condición de dependencia de los territorios periféricos (de los que parten la mayoría de los migrantes) respecto a las áreas centrales globales y su consiguiente diferencial económico (Jones y Mielants, 2011), constituyen un factor de peso empleado habitualmente para explicar las decisiones de migrar.
Migrar es también una dinámica social, pues el migrante, al dejar el lugar de partida e incorporarse al de destino, genera transformaciones en los espacios sociales involucrados, tanto por su ausencia en el primero, como por su presencia en el segundo.
Todo ello no viene si no a resaltar el carácter complejo del fenómeno migratorio, cuyo estudio puede abarcarse desde múltiples disciplinas. Conviene resaltar en este punto, que dicha complejidad conlleva la necesidad de evitar caer tanto en simplificaciones, como en el aglutinamiento de diferentes realidades bajo un único paradigma. Elementos tales como el canal migratorio escogido, los Estados de origen y destino involucrados en el proceso o el sector de actividad laboral en el que se incorporen los migrantes a su llegada, conforman dimensiones únicas, que requieren de estudios particulares para las realidades concretas a estudiar (Massey et al., 1998). A modo de ejemplo, no es lo mismo investigar las condiciones que los migrantes irregulares afrontan en la agricultura italiana, que las dinámicas involucradas en el proceso migratorio de los trabajadores polacos de la construcción en Francia o el contexto en que migran los ingenieros informáticos indios a los Estados Unidos. Diferentes realidades implican el uso de diferentes paradigmas y el trabajo de los científicos sociales es, precisamente, el de dar cuenta, mediante análisis rigurosos, de esta complejidad.
Diferentes realidades implican el uso de diferentes paradigmas y el trabajo de los científicos sociales es, precisamente, el de dar cuenta, mediante análisis rigurosos, de esta complejidad.
En este sentido, el método empleado para llevar a cabo investigaciones sociales sobre las migraciones, puede variar. No existe uno que sea único e infalible, sino que, dado el carácter de hecho social total del fenómeno, este puede ser abordado desde múltiples ángulos. Sirva quizás de orientación lo expuesto por Tashakkori y Creswell (2007), quiénes abogan por el empleo, en ciencias sociales, de métodos mixtos, caracterizados por integrar diversas metodologías para la realización de investigaciones complejas y completas. Se trata por tanto de poner el método al servicio del objeto de estudio y no viceversa, con el objetivo de alcanzar una inferencia completa.
En cualquier caso, como señala nuevamente Sayad (2010b), el investigador no debe nunca perder de vista el hecho de que, cuando estudia las migraciones, está hablando de personas con ideas, valores e historias propias. Tristemente, cuando desde los medios generalistas se habla de inmigración, tiende a imperar una visión eurocentrista y colonialista, que va desde el empleo del lenguaje securitario, al paternalismo. A su vez, en determinados sectores de la academia, principalmente aquellos que reproducen el modelo hidráulico cuya explicación de las migraciones concibe éstas como flujos, y no como movimientos de personas (Avallone, 2018), también se contribuye a la reproducción de esta visión, por lo que es trabajo del investigador tratar de evitar caer en ello.
Los migrantes no constituyen un stock pasivo, disponible en términos de flujos y carente de autonomía (Mezzadra y Neilson, 2017), son personas cuyas decisiones racionales y personales, lo que en la academia es denominado como “capacidad de agencia” (Bakewell, 2010), condicionan sus dinámicas migratorias, de manera que, sin entender esto, no puede comprenderse de manera holística el proceso migratorio. Con el objetivo de evitar caer en visiones exógenas, Sayad (2010b) sugiere, que, en vez de estudiar “a” los migrantes, los científicos sociales hagamos investigación “con” los migrantes. De esta manera, es posible evitar, por un lado, el extractivismo académico, es decir, la concepción del sujeto de estudio como un mero objeto del que obtener información para la investigación, y, por el otro, al incorporar las categorías de los propios migrantes, es posible evitar la mirada eurocentrista y colonial sobre nuestras investigaciones.
Acuerdos como el que recientemente se firmó para el desarrollo de actividades de coinvestigación entre la Universidad de Salerno (Italia) y la Asociación de Senegaleses de Salerno, que representa a los trabajadores ambulantes de la ciudad, siguen ese camino. Cabe resaltar que, considerar la capacidad de agencia de los actores involucrados y trabajar con ellos, no solo refuerza el carácter social de nuestras investigaciones, sino que es determinante para poder responder a determinadas preguntas, cuyas respuestas solo tienen quiénes son los actores protagonistas de la dinámica estudiada (Molinero Gerbeau, 2018). Al fin y al cabo, romper con la mirada hegemónica sobre las migraciones, es hacer ciencia.
Referencias
Avallone, G. (2018). Las migraciones entre autonomía y relaciones de fuerza. En G. Avallone & E. Santamaría (Eds.), Abdelmalek Sayad: una lectura crítica (pp. 59–74). Madrid: Dado Ediciones.
Bakewell, O. (2010). Some Reflections on Structure and Agency in Migration Theory. Journal of Ethnic and Migration Studies, 36(10), 1689–1708.
Jones, T.-A., & Mielants, E. (2011). Mass Migration in the World-System: Past, Present and Future. Boulder: Paradigm Publishers.
Massey, D. S., Arango, J., Hugo, G., Kouaouci, A., & Pellegrino, A. (1998). Worlds in Motion: Understanding International Migration at the End of the Millennium. Oxford: Clarendon Press Oxford.
Mezzadra, S., & Neilson, B. (2017). La frontera como método. Madrid: Traficantes de Sueños.
Molinero Gerbeau, Y. (2018). Ejerciendo agencia en las cadenas agrícolas globales. Del modelo boliviano en la agricultura argentina a la situación de los migrantes marroquíes en la agricultura de la Piana del Sele (Salerno, Italia). Theomai. Estudios Críticos Sobre Sociedad y Desarrollo, 38, 68–90.
Raimondi, F. (2016). Migranti e stato. Saggio su Abdelmalek Sayad. Verona: Ombre Corte.
Sayad, A. (2010). Elementos para una sociología de la inmigración. Empiria. Revista de Metodología de Ciencias Sociales, 19, 251–257.
Sayad, A. (2010). La doble ausencia: de las ilusiones del emigrado a los padecimientos del inmigrado. (A. Sayad, Ed.). Barcelona: Anthropos.
Tashakkori, A., & Creswell, J. W. (2007). The new era of Mixed Methods. Journal of Mixed Methods Research, 1(1), 3–7.